El privilegio y el periodismo: cuando no te alcanza para perseguir tus sueños
Las mismas voces, todas sin conocer la precariedad.
En el periodismo, si no tienes dinero para perseguir la vocación, rápidamente tendrás que abandonar tus sueños para intentar vivir mejor.
Leí uno de los Hot Takes de Mar Manrique en su Newsletter Fleet Street que resonó en este pensamiento que he tenido desde que inicié en el mundo de la comunicación. En él, un periodista anónimo argumenta este mismo punto que hoy planteo, en el contexto de España. Dice que para ser periodista de renombre o privilegio hay que nacer ricos, porque el mundo es muy difícil.
Especialmente apunta que “si la cagas, y tienes que volver a tu ciudad natal a trabajar en una zapatería o un supermercado” eres pobre.
Me tocó vivirlo y verlo muy de cerca cuando me mudé a la Ciudad de México a perseguir el sueño de ser más. Me quedó chico mi lugar de nacimiento (Mazatlán) y decidí que para crecer tenía que ponerme donde hay.
Como yo ganaba 5 mil pesos en 2015, año en que me mudé y dejé todo, no pude ahorrar lo suficiente para perrearle por meses. Y el empleo en el que caí, donde me daban un apoyo de 600 pesos semanales, rápidamente logró que mi dinero se agotara y me viera en la necesidad de buscar algo, lo que fuera, para tener un ingreso, por pequeño que fuera (superior a los 600 pesos a la semana, claro está).
Las mismas voces, el periodismo centralizado
Al revisar los nombres, apellidos y la educación de muchos periodistas de renombre, me di cuenta que había un factor común: tenían dinero. El suficiente para buscar sus metas sin pensar en cómo le harían para pagar la renta o para hacer despensa. Sin tener que privarse de necesidades.
Casi todos los periodistas reconocidos o de prestigio de México tuvieron una situación económica holgada que les facilitó perseguir su vocación, o estudiar esa maestría en el extranjero sin necesidad de preocuparse por nada. Son de familia rica, o al menos de clase media muy acomodada, pues. Casi todos, porque hay sus claras excepciones, las cuales debemos reconocer.
De mi generación de la carrera ya quedamos muy pocos ejerciendo como reporteros, editores o cualquier puesto que tenga que ver con el periodismo. Muchos ni siquiera pudieron llegar a intentarlo. Al graduarse y empezar a valerse por si mismos, no pudieron esperar a que se abriera una vacante en los de por sí reducidos espacios. Entonces optaron por otras áreas de empleo, con poca o nula relación con el negocio de informar.
Y esto pasó en una urbe relativamente grande (Guadalajara). En Mazatlán, de donde soy originario, el prospecto era aún peor pero tuve la suerte de conseguir un trabajo que me pagaba 1.5 salarios mínimos. Ahí conocí a decenas de reporteros que tenían dos o tres trabajos, los cuales les daban el mismo sueldo que a mí, ellos teniendo años de experiencia. Y muchos de ellos tenían que recurrir al famoso chayote para darle sustento a su familia.
Todas esas voces probablemente pensaron en ser el nuevo premio nacional de periodismo o al menos en generar debate público para cambiar su ciudad para bien. Pero tuvieron que abandonar esos sueños por la precariedad a la que estaban sumidas.
¿Qué provoca todo esto? Que el periodismo en México se centralice. Las mismas opiniones, las mismas personas, comentando y reportando desde el centro del país sobre problemas que afectan a poblaciones a miles de kilómetros de distancia, viéndolo todo como si esas situaciones sólo fueran vehículos para su prestigio. Y usando a los periodistas locales únicamente como fixers.
Los bylines son de apellidos rimbombantes de la CDMX explicando una situación que ocurre en Tijuana o Delicias o Guerrero Negro, de la cual el o la periodista tuvo conocimiento por denuncias en Twitter o por un lead. Y ante la falta de un periodista en esa localidad que pueda cubrir la situación, por miedo a la violencia u otros factores, llega el salvador capitalino a escribir un artículo al respecto.
Parecería que sueno muy ardido con este Newsletter, pero no es el caso. Afortunadamente sigo ejerciendo muy feliz dentro del ámbito periodístico, aunque trabajo para un medio de la CDMX, desde mi casa en Mazatlán. Simplemente considero que, mientras no erradiquemos los problemas de centralización y privilegio en la prensa mexicana, difícilmente podremos avanzar hacia nuevos horizontes, y estaremos en el estancamiento en el que permanecemos desde hace décadas.
Tal vez la solución para todas esas voces silenciadas por la precariedad sea un cañonazo de dinero recurrente para poder seguir sus metas sin limitantes. Pero esa parece la solución a casi todo en esta vida.
¿Qué leer?
Me han salido este tipo de empleos en LinkedIn. Personas que fueron recortadas por el avance de la inteligencia artificial ahora son contratadas para ayudar a esta tecnología a no cagarla tanto. (En inglés)
Las revistas encontraron un nicho en el cual sobrevivir, bastante específico, que les hace justicia a los artículos que se contienen ahí. (En inglés)
¿A QUIÉN LE PARECIÓ BUENA IDEA MAQUILLAR COMO NEGRO A UN PERIODISTA BLANCO PARA QUE ESCRIBIERA SOBRE RACISMO? (En inglés)
Gran artículo. Llevaba pensando un tiempo sobre quiénes pueden sobrevivir tanto tiempo en un trabajo tan precarizado y encontré esta posible respuesta. Apenas bastante. Soy de Perú.